Las hojas del Maytén son simples, alternas, con forma de elipse y punta de lanza. Los bordes, si observas bien, has de ver que están delicadamente festoneados. Este monte de Tabaquillos se espesa en las laderas y faldas de estos cerros de granito. Parecen encantados, con la luz que, mortecina, huye fugitiva hacia el ocaso. Haciendo de una hendidura en este peña una maseta, este Maytén se las ha ingeniado para crecer en la piedra viva, sirviendo como atalaya natural para los pájaros que reposan en sus ramas. Entre los ingentes macizos y las agudas moles de granito, alternan los Tabaquillos y los Maytenes, como únicos árboles que properan en estas altitudes.
