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En este acercamiento, en verdad se echa de ver claramente que el tronco está asido en la peña misma, como si de la piedra misma hubiese brotado. Debajo, penden las barbas de viejo, con lisa languidez.
En este acercamiento, en verdad se echa de ver claramente que el tronco está asido en la peña misma, como si de la piedra misma hubiese brotado. Debajo, penden las barbas de viejo, con lisa languidez.
Cuando el sol hiere las hojas del Maytén, las enciende a su paso de un verde tan intenso que ciega. El cielo, atrás, es tan azul, que parece falso.
Cuando el sol hiere las hojas del Maytén, las enciende a su paso de un verde tan intenso que ciega. El cielo, atrás, es tan azul, que parece falso.
Cuando la tarde cae en el Valle de los Lisos, en los Gigantes, se deshace en una como bruma difusa de luz, que todo lo tiñe de un tono desvaído y triste. Los Tabaquillos y Maytenes parecen más mustios y desmayados. El paisaje se hace más hondo cuando la luz se desvanece, llenando de un vaho vaporoso de luz mortecina la quebrada, el arroyo, el monte.
Cuando la tarde cae en el Valle de los Lisos, en los Gigantes, se deshace en una como bruma difusa de luz, que todo lo tiñe de un tono desvaído y triste. Los Tabaquillos y Maytenes parecen más mustios y desmayados. El paisaje se hace más hondo cuando la luz se desvanece, llenando de un vaho vaporoso de luz mortecina la quebrada, el arroyo, el monte.  
Aún joven, a este Maytén le esperan mil dificultades y vicisitudes que vencer para poder medrar en las adustas condiciones de la montaña. Quién sabe cuántas heladas, y sequías, y granizos, y nevadas, y vendavales ha de tener que arrostrar para llegar a su adultez.
Aún joven, a este Maytén le esperan mil dificultades y vicisitudes que vencer para poder medrar en las adustas condiciones de la montaña. Quién sabe cuántas heladas, y sequías, y granizos, y nevadas, y vendavales ha de tener que arrostrar para llegar a su adultez.
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