Cuando era niño, me gustaba dibujar, en especial caballeros andantes. Los dibujaba con gran detalle, con sus adargas y escudos, lanzas y espadas, y los pendones flameando en el viento, en medio del fragor de la batalla.
Esta hoja, con su forma de rombo, y sus espinas tan amenazantes, me recuerda los escudos que dibujaba, de aquellos caballeros, de yelmos abollados.
Otras veces, no sé cómo, no sé por qué, se me antoja que es una cometa...