Guindillo Sebastiania Commersoniana Blanquillo Palo de Leche Arbol de Leche Arbol de la Leche Lecherón Lechero

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Foto 1 de
Hojas de Guindillo
De un amarillo encendido, la luz invernal, suave y difusa, vibra dentro de esta hoja. Qué bella manera de morir, con tanta poesía sublime.
En tanto se marchita, esta hoja de Guindillo, pende, literalmente, de un hilo, pronta a precipitarse a su muerte. ¡Con qué mustia belleza se va desprendiendo de la rama que supo hacerla crecer!
Se dijera editada esta fotografía, para lograr semejantes rojos rubí, pero aquí se muestra tal cual fue capturada por la cámara. Es como si, dentro de la hoja moribunda, se fermentase un exquisito y profano vino. Es como si se volviera de carne, y fluyera sangre inmolada por sus venas.

Guindillo

El que crece junto a ríos y arroyos

Sebastiania commersoniana

Euforbiáceas

También llamado Blanquillo, Palo de Leche, Arbol de Leche, Arbol de la Leche, Lecherón, Lechero, pero más conocido en Córdoba como Guindillo, este árbol por cierto goza de muchos nombres vulgares. De sus heridas abiertas exuda un látex blanco, de consistencia lechosa, de donde le viene su nombre vulgar.

Como muchos otros árboles nativos, en Córdoba es poco conocido, y sólo recientemente, debido a un interés incipiente por nuestra flora nativa, se está empezando a conocer más. Lamentablemente, está amenazado. Hoy escasea. Los más de los ejemplares que pueden llegarse a ver, apenas están saliendo de su juventud, por lo que tienen unos pocos metros de alzada en el mejor de los casos. Lo ordinario, por el contrario, es hallarlo como un achaparrado arbusto. Ha quedado proscripto a los lugares más inaccesibles, a los desfiladeros escarpados de las quebradas más agrias, a los precipicios más escabrosos, donde la codicia inmobiliaria no puede llegar.

Este arbolito serrano tiene una particularidad muy curiosa, y es que elige crecer a la vera de ríos y arroyos, y en las quebradas húmedas por las cuales pasa un curso de agua. Se dijera que gusta de crecer, arrullado por el borbollar del agua entre los cantos de piedra y de pájaros. Raro sería encontrarlo en plena sierra, sin un arroyo cerca. Cuando menos, de mí sé decir que siempre lo he visto junto a arroyos y ríos, rara vez en otro lugar. Y siempre, con su cuello envuelto como por una bufanda de ramas, ramitas y hojas secas traídas por la última creciente y enredadas en su tronco.

Yo lo he visto en Cuesta Blanca, pero todos pequeños. También en la Quebrada del Calabozo (cerca de Cerro Blanco, Tanti) y en la quebrada de la cascada de los Chorrillos, Tanti, donde están los ejemplares más altos, imponentes y añosos que haya visto.

Hoja

La hoja del Guindillo es simple, alterna, de hasta 70 mm. de longitud y 30 mm. de ancho, de base cuneada y ápice agudo, forma lanceolada a elíptica. El borde es ligeramente aserrado, y en la hoja verde, de un color rojo. Se une a la rama por un pecíolo, de color amarillo, de unos 5 mm. de longitud. Las hojas tienen en general en su base dos glándulas.

Lo más del año, el Guindillo pasa desapercibido. Es, entre la maraña del monte serrano, uno más. Pero en otoño y en invierno, con los primeros fríos, las hojas se tiñen de mil tonos de rojos, naranjas y amarillos. ¡Cómo descuella por entre la agria monocromía con la tibia calidez de sus colores! Cuando cae la tarde, y la luz invernal, difusa y brumosa, las atraviesa, se encienden vivamente, despidiendo unos rojos, naranjas y amarillos intensos que contrastan llamativamente con la macilenta palidez del paisaje quemado por la helada. Es un espectáculo digno de ver.

El Follaje

Es semipersistente. Cada ramita termina con una espina por punta, como el Moradillo y el Piquillín, aunque no son tan recias las espinas. El ramaje es abundante, quebradizo, leñoso y ramifica de la base cuando es pequeño. Cuando adulto, se echa de ver más claramente el tronco, que no supera los 20 cm. de diámetro.

La Flor

La especie es monoica, ya que tiene flores femeninas y masculinas en el mismo pie. Las flores del Guindillo están agrupadas en racimos espiciformes, de 3 a 5 cm de largo, amarillentos y diminutos. Las flores que componen la inflorescencia tienen 2 mm. de longitud. Florece en primavera.

El Fruto

El Fruto del Guindillo es una cápsula globosa, compuesta por 3 lóbulos, cada uno de los cuales alberga una semilla. Para esparcir su especie, el Guindillo no se fía del viento, como el Quebracho Blanco, y tampoco de animales que coman sus frutos y dispersen en las heces la semilla, como el Chañar (los zorros adoran sus frutos) y el Alvarillo del Campo. Por el contrario, cuando el fruto está maduro, despide fuera de sí las semillas con una explosión, lo mismo que la Lagaña de Perro. Ingenioso, ¿verdad?

El fruto madura en verano. Yo lo he cosechado en Enero.

La Semilla

La semilla del Guindillo germina con relativa facilidad. He tenido éxito germinando con un simple remojo en agua de 48 horas y luego a mantillo húmedo. A los pocos días, empiezan a aparecer los primeros cotiledones. Cabe preguntarse por qué los viveros no la han criado comercialmente como especie ornamental, dada la facilidad con la que germina y la belleza de su follaje en otoño y en invierno, todo tinto de colores rojos, naranjas y amarillos.


Injustamente se ha sumido en el olvido y la indiferencia a este noble arbolito de nuestras sierras. Es que el Guindillo, con sus colores tibios que se encienden como ascuas en el frío del invierno, y su porte humilde, y esa como su tierna fragilidad, es fácil quererlo. Es como un niño, que se queda dormido blandamente, arrullado por el canto del agua entre la dorada arena y las blancas piedras, en el manso arroyo que corre a sus pies.

Bien podría ganar lugar en los jardines y patios urbanos como especie ornamental. Acaso algún día reciba el lugar que merece, ya que no dentro de nuestras casas, cuando menos dentro de nuestros corazones. Me place pensar que este tributo mío contribuya en algo a tan alto propósito.

¡Guindillo! ¡Manso Guindillo! ¡Duerme siempre tu sueño, hondamente, oyendo brollar perpetuamente el agua casta, allá en el arroyo!

Guindillo

Ascuas encendidas, con la luz última que las atraviesa de lado a lado, estas hojas de Guindillo entibian la tarde de invierno con sus colores sangre.



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