El sendero se abre paso, por entre una apretada maraña de monte serrano virgen como hasta ahora nunca había visto.
La ciudad de Córdoba, vista desde lo alto de un cerro de la Reserva, que se ve como una gran mancha gris en el horizonte.
Por entre los troncos de estos Orcos Quebrachos, se abre un claro en el monte, y detrás, a lo lejos, Córdoba, aún ajena a tanta belleza.
A la distancia, sólo cerros y cerros con monte nativo. Y todo, tan cerca de Córdoba que es un milagro que aún se conserve.