Vista de una hoja de Quebracho Blanco.
Con forma de lanza perfecta, y terminada con una espina por punta, la hoja es gruesa, y su rigidez y dureza, en adición a su espina, la hacen muy recia y brava.
Aquí brilla al sol, pintada con su laca que impide que pierda agua por evaporación.
Privilegiada vista de un magnífico Quebracho Blanco, que solitario se alza en la Reserva Natural Parque San Martín, una isla de 130 hectáreas de monte nativo virgen en medio de la ciudad de Córdoba.
Como único sobreviviente de los últimos incendios que asolaron la reserva, este ejemplar se ofrece al caminante, como testimonio vivo de su heroica resistencia y tenacidad.
Si bien parece una rama, en realidad se trata del tronco de un jóven Quebracho Blanco, cuyo tronco, liso, sin corteza áspera y rugosa aún, se yergue trepado por hojas ascendentes, que lo protegen contra agresiones.
El diseño de la hoja del Quebracho Blanco es simple, pero no obstante, funcional y eficiente. La hoja cumple a un mismo tiempo distintas funciones, como defensa, fábrica química de alimento y reservorio de agua.