Es inconfundible, en la salida de campo, el reconocimiento de la especie por el tronco, cuya corteza, en los árboles adultos, se encuentra surcada por hondas grietas y surcos, de hasta 2 cm. de profundidad, siendo al tacto rugosa, áspera y recia. Cuando el viento sopla fuerte y el árbol entero se mece, suelo tocar el tronco con la palma de la mano, y siento las fuerzas que dentro se contienden, y a veces incluso, se oye un extraño ruido que viene de adentro del tronco, y bajo mis pies la tierra treme un poco.