El suelo del monte, bajo la copa de un inmenso Quebracho Blanco secular, se llena de frutos caídos.
Así, con el paso del tiempo, se descompone en lo que se conoce como mantillo, que es una capa de material vegetal fértil que conserva la humedad y hace las veces de colchón que amortigua las gotas de lluvia, evitando que erosionen el suelo.