Parece casualidad que la luz, atravesando el fruto, lo encienda de un rojo intenso, pero acaso sea a propósito: una estrategia del Piquillín para hacer su fruto más atractivo y visible, y poder así esparcir más ampliamene su semilla. Si el fruto fuese más grueso, tal vez sería más opaco y por ende, menos vistoso.